
Asco, coraje, impotencia.
Eso fue lo que sentí al escuchar el poema del maestro ecuatoriano César Dávila Andrade: “Boletín y elegía de las mitas” (Mita Llakimanta Arawi) en la voz de Beto Méndez.
Asco, coraje, impotencia.
Sentimientos que no tienen nada que ver con la magnifica recreación poética del escritor, quien pretende rememorar sus percepciones del proceso de conquista y de colonia en nuestras tierras. Y mucho menos me refiero a la interpretación del artista, que es por demás maravillosa, sensible, pero sobretodo desnuda. Sin entonaciones forzadas; y que por el contrario, transmite en cada frase las vísceras de nuestra historia empañada.
El asco, el coraje y la impotencia fueron específicamente dirigidas a ese cruel sumario de la invasión española y del proceso doloroso de colonización en América Latina.

Eso fue lo que exprimió mis lágrimas …Fue eso lo que me conmovió.
A mí, tam. A José Vacancela tam. A Lucas Chaca tam. A Roque Caxicóndor tam. En plaza de pomasqui y en rueda de otros naturales nos trasquilaron hasta el frío la cabeza. Oh, Pachacámac, Señor del Universo, nunca sentimos más helada tu sonrisa, y al páramo subimos desnudos de cabeza, a coronarnos, llorando, con tu sol.
Dávila Andrade se apropió de la voz “del otro” y habla de ellos y de ellas; y, como bien lo dice Winston Morales: es una forma de recuperar al runa1, al "indígena", repensar la historia desde la perspectiva de los “subalternos”, y no desde la historia oficial, recuperar la iniciativa histórica revolucionaria, instar a una política de cambio y conciencia y establecer una nueva representación del nativo: el indígena reflexivo, resucitado, coherente, en contraste con las identidades fundadas y "memorizadas" a partir del colonialismo y la hegemonía occidental.
Sin embargo, la voz que escuché con los ojos cerrados no era del poeta, ni tampoco la de Beto Méndez, era la voz de un colectivo oprimido.
Sin paga, sin maíz, sin runa—mora, / ya sin hambre de puro no comer; sólo calavera, llorando granizo viejo por mejillas, / llegué trayendo frutos de la yunga / a cuatro semanas de ayuno. / Recibiéronme: Mi hija partida en dos por Alférez Quintanilla, / Mujer, de conviviente de él. Dos hijos muertos a látigo. / Oh, Pachacámac, y yo, a la vida. Así morí.
La iglesia tras su confesionario hipócrita de falsas morales también te pisoteó mashi runa…también lo hizo.

Y entre Curas, tam, unos pareciendo diablos, buitres, había.
Iguales. Peores que los otros de dos piernas.
otros decían: "Hijo, Amor, Cristo".
Y ellos: "Contribución, mitayo a mis haciendas,
a tejer dentro de Iglesia, aceite para lámpara,
cera de monumentos, huevos de ceniza,
doctrina y ciegos doctrineros.
Vihuela, india para la cocina, hijas para la cama.
Así dijeron. Obedecí.
Maldita sea!! que dolor tengo en el pecho, que sabor amargo aquí en mi boca, la bilis de la imposibilidad de revertir la historia de mi gente.
Porque también soy parte de esa historia. Soy mujer mestiza, de un origen tejido como los mimbres y fermentado como la chicha de jora.
Ay warmi kuna!! Con uñas y garras defendiste a tus guaguas y te rasgaste tu instinto con tal de que no sufrieran tus crías.
Y de tanto dolor, a siete cielos/ por sesenta soles, Oh, Pachacámac,
mujer pariendo mi hijo, le torcía los brazos.
Ella, dulce ya de tanto aborto, dijo:
"Quiebra maqui de guagua; no quiero que sirva
que sirva de mitaya a Viracochas".
Quebré.
Ñuka warmi, hasta el final sacaste tu dignidad a gritos, demostraste dignidad aunque pagaras un precio alto. Dig ni dad!!

A la cocina llevóle pateándole nalgas, y ella, sin llorar,
ni una lágrima. Pero dijo una palabra suya y nuestra: Carajú!
Y él, muy cobarde, puso en fogón una cáscara de huevo
que casi se hace blanca brasa y que apretó contra los labios.
Se abrieron en fruta de sangre: amaneció maleza.
No comió cinco días, y yo, y Joaquín Toapanta de Tubabiro,
muerta la hallamos en la acequia de los excrementos.
Violadores de una historia milenaria y sagrada, historia que hecho polvo se ha mezclado con agua durante 500 años y hoy es masa espesa de saberes inarrebatables.
Pero un día volví. ¡Y ahora vuelvo! / Ahora soy Santiago Agag, Roque Buestende, Mateo Comaguara, Esteban Chuqitaype, Pablo Duchinachay, Gregorio Guarlatana, Francisco Nati-Cañar, Bartolomé Dumbay! / Y ahora, toda esta Tierra es mía./Desde Llaguagua hasta Burgay; / Desde Irubí hasta el Buerán ; / desde Guaslán, hasta Punsara, pasando por Biblián. / Y es mía para adentro, como mujer en la noche. / Y es mía para arriba, hasta más allá del Gavilán.

Hoy te queda el amargo recuerdo pero se mantiene tu esencia. Hombres y mujeres valerosos, herederos y herederas de una cultura riquísima. Más resplandeciente que los rayos de yaya Inti. Más pura que el agua del yaku. Y más maternal que los brazos de mama Quilla.
De allí que el runa viva, se levante, se incorpore de un pasado atroz y manifieste su nueva realidad, la que le pertenece y necesita:
Regreso / ¡Regresamos! ¡Pachacámac! / ¡Yo soy Juan Atampam! ¡Yo, tam! / ¡Yo soy Marcos Atampam! ¡Yo, tam! / ¡Yo soy Marcos Guamán! ¡Yo, tam! / ¡Yo soy Roque Jadán! ¡Yo, tam! / Comaguara, soy. Gualanlema, Quilaquilago, Caxicóndor. / Pumacuri, Tomayco, Chuquitaype, Guartatana, / Duchinachay, Dumbay, ¡Soy! ¡Somos! ¡Seremos! ¡Soy.
….JATARI!!!2
En kichwa significa:
1 Ser humano.
2 Levantesen!!